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José Manuel García Gil

JOSÉ MANUEL GARCÍA GIL

Poeta y profesor

Calle de la aduana vieja izquierda desde el mar
ponen café en tazas azules con besos, huelen
de lejos las algas de la marea última y Teresa
desea que la luna y tú os acordéis, ya es hora,
de vuestro compromiso con los amigos dignos
—o en trámites— de figurar en la enciclopedia británica,
y a la luz de taquígrafos y velas seamos solidarios
con el otoño, los salarios y los continentes.
De noche todos los amos son pardos,
las estrellas abusan boca abajo de nuestro destino,
cuando algunos soldados menos son sustituidos
por una mujer que tiembla desde los pies
descalzos, o llora una sonrisa improbable
que, a veces y a destiempo, le amnistía la piel,
y en una mesa separada de metódica conquista,
un poeta ofrece a cambio de algo calentito,
el nombre de una constelación o de una flor.
Entre tanto los demás esperamos que la noche cubra
con gasas las heridas de sal y ginebra y desamor
que hemos acumulado, vayan ya despidiéndose los menos
fieles, los vendedores de lápices y los malos tiempos,
hasta que, por fin, sean más urgentes los aliados,
dejen las lágrimas de ocupar los trenes, descubir
el contenidos de la lluvia el secreto de las agendas,
las hebra que esparce al viento el tiempo en las aceras.
Entre sobras y alegrías nos vamos curando cada noche
del largo día con el aire caliente que seduce
dulce las madrugadas gananciales de noviembre
antes de que, indefensos, nos separe de la orilla
la puta oportunidad laboral o, simplemente, el sol,
y un alemán de Almería temple con ella
tras un largo cortejo de pequeños arreglos y filtros
de amor doméstico y promesas que ayer
complicamos para aplazar la muerte.
En este café de Levante el tiempo no dicta citas,
de las suertes se escogen las mejores ocasiones,
y son ellas quienes nos deben matar de una mirada
para que la noche nos entierre hasta los labios
en el fondo tenue en el que sueño tus ojos.
Vosotros, tranquilamente, adelantaos sin pausa.
Ellos no nos expulsarán de la ciudad, me queda
al menos un juramento: os seguiré pronto.